viernes, 5 de junio de 2015

Con los pies en Amaicha

Doña Pachamama 

Doña Felisa



Doña Felisa Arias de Balderrama es coplera por tradición y por gusto. Comenzó a cantar a los cinco años motivada por el canto de su papá y mamá. La niña Felisa seguía a su papá quien iba con las cabras adelante copleando. “Y yo le decía a mi mamita ¿Por qué va llorando mi papá? No mi’jita ese es un canto, ya va a ver cuando llegue allá va a ver como toca el tamborcito y canta”. La vida en la hacienda estaba marcada por el trabajo familiar pero siempre había tiempo para el canto “Me encantaba escucharlo a mi papá y decía ‘yo algún día voy a aprender”. Así fue como ella de tanto escuchar empezó a cantar. “Es un canto que todo lo que uno siente adentro lo saca para afuera”, expresa Felisa con una sonrisa pintada en la cara.

“Esta noche va a llover
Agua que manda la luna
Crecerán los ríos y rebalsaran las lagunas”

Cuando la conocimos estaba en medio de una reunión junto a otras artesanas y productoras de Amaicha (provincia de Tucumán) tratando de encontrar una solución porque aumentaron los impuestos. La mayoría son mujeres productoras pero también participan algunos hombres. Juntos sostienen un negocio de artesanías frente a la plaza y la cosa como en todos lados no anda bien. Pero ella, parece vencerle al destino con cada arruga de la cara. Cada año, en febrero Amaicha celebra el Festival de la Pachama. Orgullosa nos dice “Yo soy la Pachamama de este año” y sin mediar más palabras, caja en mano, siguió copleando.

 “Esta es para cuando uno va a pedir un favor” introduce Felisa

“A la peña me arrime a ver si me consolaba
Como la peña era dura ningún consuelo me daba”
(“Y me he vuelto llorando” agrega entre risas)

“Bueno amigos ya es hora de irme a dormir,
Un ojo se me ha cerrado
El otro no lo puedo abrir”

Doña Felisa vive camino a Amaicha, se viene a dedo hasta el pueblo para visitar a su familia y vender las artesanías que produce. Nos cuenta que son varias mujeres mayores las que tienen que hacer ese trabajo porque no cuentan con salario ni jubilación. Pero en medio de las penas cotidianas, siempre recuerda “el hambre no es tonto, hacemos de todo y asívendemos”. A lo largo de su vida aprendió a ingeniarse con lo que tenía a mano. Ahora leofrece sus artesanías a los turistas. “Hacemos ruanas, puyos, peleros para los caballos, almohadones, dulces, vino patero, arrope de chañar, de algarroba, patay, jabones de vaca, de todo hacemos, todo criollo y todo se vende”.

Quien a dicho que mei’ muerto
cuando perdida hei’ estado
¿Quien a sido esa vidita de oro
que de mi se ha acordado?”

“Yo soy una palomita tierna
Que en los campos me mantengo
Comiendo piedras chiquitas
Porque mamita no tengo”

Le preguntamos ¿Dónde nació? Felisa nos desubica con su respuesta que expresa su descendencia orgullosa “Somos todos aquí diaguitas del Valle Calchaquí. Tenemos sangre indígena”. Después nos cuenta que nació en Yapeyú, provincia de Catamarca, pero los limites de las provincias no existen para los verdaderos dueños de esos valles. “Me case y me vine para Tucumán y mis hijas ya nacieron todas acá”. De su infancia recuerda que a los cinco años aprendió a tejer, “cuando tejía mal, mi mamá ya me pegaba con el uso por acá (se señala la cabeza) para que desteja todo y vuelva a tejer”. Ese saber, que fue alimentando a lo largo de su vida se convirtió en una fuente de ingreso hasta estos días “Yo sigo tejiendo, tengo mis telares”. Y aunque en muchos lugares del Norte de nuestro país, esos saberes se están perdiendo, doña Felisa nos da vuelta la jugada “Acá se esta recuperando, yo sigo tejiendo no tengo flojera. Me quedo a veces hasta las 3 de la mañana para tener para vender”. Nos cuenta que los tejidos se vuelan, apenas los muestra en la puerta de su casa, pasa algún viajero/a y se lo compra.  “El hambre no es tonto, le digo a mis hijas, hay que hacer algo”.

La copla siempre parece cantarle a la tristeza “todo lo que a uno le pasa y sufre, lo hace usted un canto, un dolor” nos explica. El campo inspira a sus habitantes y la copla empuja desde el alma “Usted mira al campo, y va haciendo canto de lo que usted siente en su mente, no se saca de un libro, sino del corazón de uno. De lo que siente y ve. Si ve una tristeza por ahí… o del arbolito que usted ve ‘Algarrobal, algarrobal, ya viene brotando, es señal que ya viene la Pachamama y el carnaval’ y usted se alegra que ya viene”.

Copleando
El algarrobo, árbol cotidiano, silvestre y nativo es bendición en cada rincón del norte argentino “Que linda la fruta del algarrobo, el árbol da sombra y la fruta alimenta” indica doña Felisa y después nos pregunta “¿Tienen algarrobo allá en La Rioja? Se hace de todo, patay, añapa, aloja y la harina de algarroba ya se vende en todos lados por kilo, es muy alimento para los parásitos, para todo. Antes nos criábamos con añapa, la aloja nos hacían nuestras madres, éramos sanos”. Acompaña las palabras con sonrisas, su tonada pausada parece un canto que secuestra al público. “Tengo 88 años.Yo soy muy yuyera, acá están los canastos llenos de yuyos. Cosechamos especias también para vender en una ollitas, como suvenir… el hambre no es tonto” repite.

“Yo soy hija de una perdiz,
Nosotros somos cinco,
Las cuatro son dichosas,  yo soy la mas infeliz”

Felisa recuerda cuando iba a la escuela “teníamos una maestra, nos enseñaba educación física, agricultura, religión, a tejer a bordar, nose como se daba tiempo y nos enseñaba encima la lectura. Tenia un puntero, antes se usaba, ahora esta prohíbo. Le teníamos respeto y también, nos enseñaban a respetar a los viejitos”. Curso la escuela primaria en Santa María y después estudio agricultura “¡Por eso me gusta el campo! Ahora soy agricultora, pongo cebolla, zapallo, todo. Les doy a mis hijos para que vendan. Uno vende albahaca para los carnavales, otro vende zanahorias y así”. A sus nietos también los ayuda “les digo que vayan guardando para la escuela pero antes de irse a clases le dan de comer a las gallinas”. Un libro abierto, llena de experiencias que transmiten vida, le preguntamos si sabe hacer cajas para cantar “Si yo hago unas cajitas copleras chiquitas, el hambre no es tonto le digo a mi hijito, las vendo a todas. También hago lana para tejer, la tiño con resinas de los árboles de jarilla, el algarrobo, la cascara de nogal y también con tintas que traemos de Bolivia”. Podríamos charlar horas y horas con Felisa, pero se hace de noche y las artesanas deben regresar a sus casas. 

Como tiene que ser, Felisa se despide de nosotros copleando:

“Granito de oro molido
chicos que se van a La Rioja
La Pachamama no lo va a echar en olvido”


Fotos con Historia

Calle Gustavo “Papilo” Olmedo en Los Sarmientos


Esta  foto dice mucho más de lo que parece...
Un nombre…

Que habla de un joven, un vecino, amigo, compañero, hijo, hermano.  Todo esto representa para los vecinos de Los Sarmientos -y Chilecito también-  el nombre de “Papilo”.

Gustavo Olmedo fue cruelmente asesinado bajo la dictadura militar el 26 de marzo de 1979 por un grupo de tareas del Tercer Cuerpo del Ejército en la casa de un amigo en barrio Altamira, provincia de Córdoba. Sus restos pudieron regresar a su familia y a su pueblo natal muchos años después (2003) y de esta manera quedarse para siempre entre ellos.

Con su gusto por la lectura, el jugar al futbol, bromear  y cuestionar a su profesores  -como lo recuerdan su familia y amigos- ha podido cruzar la barrera de la impotencia y el dolor para transmitirnos animo y esperanza.

Su nombre en esta calle nos recuerda que amamos la vida, que vale la pena el comprometerse por lo que pensamos y deseamos. Nuestra sangre embulle de emoción cuando junto a otros desandamos caminos compartidos  de lucha y coraje.

En cada acto en que nos implicamos, por más pequeño que sea, si se hace desde la alegría, el entusiasmo y la confianza nos permite ver que una realidad diferente es posible.

Entender que  no somos simples habitantes, que No nos conformamos con discursos armados que deciden sobre nuestras vidas y pensamientos. Que deseamos elegir como  queremos que sea nuestro día a día, nuestro barrio, nuestro pueblo y ciudad.

De esta manera estamos honrando el nombre de muchos que como a “Papilo” les continúan  robados sus sueños y utopías.

Por eso no debemos dejar de repetir “Ni Olvido, Ni Perdón” por cada riojano y argentino que nos quitaron, pero que están presentes en nuestras ganas de Vivir…